A propósito

El tipo provoca como sea, empuja hacia el lugar de hacer,
no importa el ¿por qué? de una,
después se tendrá tiempo de pensar y encontrarse con las razones.

Moviliza sus ganas haciendo lo que se le cante
y en su obra polimorfa, promueve comprometidamente
que todos podemos escribir, pintar, actuar , jugar y hacer filosofía.

Como en sus proclamas dialógicas donde exterioriza posturas que no dan igual,
donde por lo menos un ratito se las discute, por las formas o por la cosa en si

Rozitchner, Alejandro perturba
molesta o seduce
como sea
hace bien.

Saca de la quietud con humor, sarcasmo, misericordia, hedonismo y sencillez
a cualquier cosa que se le tope, o viceversa

Y si le faltaba algo para meterse donde nadie lo llamó
se pone a dibujar en papel con tinta y acrílico
sobre las formas y lo que estas conversan.

Lo mostró en el Borges,
en esas paredes inmensamente ciegas, colgó sus dibujos de trama pura y tinte sanguíneo junto a unos cuantos rastros de su proceso creativo.
Aromas de sus hijos, vestigios de reanimación al lápiz y la herramienta que podría pintarlo enteramente:
el cuaderno Rivadavia de tapa dura,
ámbito filosofal de cualquiera de sus encares creativos donde mezcla boceto, idea, teléfono del flete, prueba y definición de lo próximo.

La muestra no sé si es buena, mala, linda, creativa, inteligente, correcta, interesante, aburrida, pobre, vanguardista o cualquiercosa,
pero sin duda como casi todo lo que hace Alejandro es contagioso para el pensamiento y la creatividad
imposible no acercarse a él y su obra,
incluso para empujarlo por la escalera si es que no nos gusta nada o nos parece muy de derecha o muy de izquierda según donde gratuitamente nos paremos.

Además a mí, quién me pregunto qué?

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